jueves, 24 de enero de 2013

La ciudad como recurso

El pasado verano se habló de un documento del Ministerio que planteaba alternativas a favor de la rehabilitación, la regeneración y la renovación urbanas. La inverosimil relación que me une con Roberto Costa -ese siniestro personaje de la saga que suele salpicar las entradas de este blog, bajo el título de 'La Institución'- me ha permitido acceder al contenido de un manuscrito que según él se corresponde o con el original o con una de sus versiones (si conocen a mi escurridizo amigo sabrán que las certezas no son lo suyo). Compruebo que su redactor consigna como objetivo la reforma de un marco jurídico, en el que incluye a la legislación básica de suelo, "que resulta claramente insuficiente en relación con los suelos urbanizados y edificados". En cualquier caso, del documento me han interesado alguno de los "elementos argumentales" que expone y que servidor, movido por el ánimo del prófugo que en su huida pretende, en la medida de sus escasas posibilidades, dejar un precario rastro que pueda redimirle en algún rebuscado aspecto, pasa a transcribir a continuación:

"Como ya reconoció el legislador estatal en la Ley 8/2007, de 28 de mayo, de Suelo, las principales instituciones y técnicas urbanísticas vigentes en España están configuradas para propiciar el desarrollo urbano y no para permitir actuaciones de rehabilitación, regeneración y renovación urbanas."
"En relación con el suelo, el Sistema de Información Urbana y el Estudio de Sectores Residenciales en España 2011, ambos elaborados por el Ministerio de Fomento, permite deducir que existe actualmente suelo capaz de acoger nuevos crecimientos urbanísticos para los próximos cuarenta y cinco años. Por lo que respecta a la vivienda, el stock de la ya construida, sin vender y vacía, está tan sobredimensionado, que resulta fácil entender que, comparando los datos de vivienda libre iniciada en el año 2010, con los del año 2007, se construya hoy un 88% menos."
"De hecho, la propia Ley de Suelo estatal vigente, pese a pregonar la necesidad de mirar hacia el suelo ya transformado, no sólo no establece técnicas específicas que propicien la consecución de dicho objetivo, sino que impone reglas y cargas urbanísticas que, en muchos casos, imposibilitan tales políticas hasta llegar a hacerlas inviables."
"Más del 58% de nuestro parque edificado es anterior al año 1980 y existen aproximadamente 25 millones de viviendas, de las que la mitad tienen más de 30 años, y cerca de 6 millones, que cuentan con más  de 50 años. Y aún con estos datos, el peso real de la rehabilitación en España está quince puntos por detrás de la media europea, situada en el entorno del 41% de todo el sector de la construcción. Por ende, esta actividad no sólo es susceptible de atender los objetivos ya expresados, sino también de contribuir a la sostenibilidad ambiental y a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos en los espacios urbanos."
"La edificación es uno de los principales usuarios de energía del país, y el consumo doméstico supone el 65% de ese uso de energía, por lo que la rehabilitación entérminos de eficiencia energética coadyuvaría de forma decidida a la reducción de emisiones de toneladas de CO2 a la atmosfera."

domingo, 20 de enero de 2013

La Institución (IX)

















Sin perder un sólo grado de rectitud, la calle se iba transformando en carretera a la vez que la ciudad se desintegraba en su recorrido. Aparcó justo delante de una especie de obelisco de chapa que señalaba el lugar. El viento que le acompañó unas horas antes en su vigilia dejaba constancia de sus estragos con una notable muestra de ramas de árbol caídas, basura esparcida y alguna que otra señal de tráfico tumbada. La enorme puerta de barrotes gimió al abrirse. Al fondo de un paseo encharcado estaba la cueva, exhibiendo un oscuro umbral de piedra caliza, enjaulada con barrotes como los de la puerta. No había nadie en el parque. Entró en una anodina edificación de una altura que se encontraba a medio camino del paseo. Un hombre de aspecto aburrido le recibió sentado tras un mostrador. Aunque estaba solo, le pareció oír susurros de niños. Pero esas voces pertenecían a un pasado lejano y, como un acto reflejo, echó mano al bolsillo del chaquetón donde hasta hace no mucho solía llevar la petaca. Atravesó, agachado, la gruta de poliuretano que reproducía la original. Allí las voces ausentes eran más nítidas y tuvo que pararse para no marearse. Dudó en recular pero el espectro chinesco de una delgada figura femenina se lo impidió. Aquella sombra se iluminaba justo en la zona de la cara; le sonreía. Con el pulso acelerado llegó hasta la sala del final. Se sentó a unos metros de la mujer que estaba sola en la grada, frente a la pantalla.

-¡Costa, por fin te dejas ver!

En ese momento, dos niñas ruidosas irrumpieron en la sala. -Chicas, id a jugar a la cueva, que vosotras ya habéis visto la película-. Costa no habló hasta que se apagaron las luces.

-Si te pagan lo que a mí, entiendo que no te llegue para un  canguro, Laura.

-No, Roberto, no es eso. Tú eres inofensivo- Oyó, mientras contemplaba al cazador que se desangraba en el interior de la prehistoria. -Me han encargado que compruebe si estás en condiciones.

El hombre cansado se levantó y se interpuso entre la mujer y la pantalla que ahora mostraba una mano sin meñique, aerografiada en la roca. Se abrió el abrigo como para dejarse cachear, pero ella no se inmutó. Sacó el sobre del bolsillo donde hace no mucho solía llevar la petaca y lo lanzó al regazo de la mujer.

-Están muy mayores... y muy guapas.
-¿Y los tuyos? -Respondió ella.

La pregunta quedó flotando en la oscuridad cuando Costa abandonó la habitación. Al llegar a la salida, el  ordenanza con aspecto de aburrido se levantó pesadamente y le entregó una bolsa.

-Aquí tiene, señor. Un recuerdo.

viernes, 11 de enero de 2013

Niebla nocturna



http://www.canonistas.com/galerias/data/500/medium/hdr_ruido_3_-_copia.jpg
















Hacía tiempo que no reparaba en esa atmósfera que la niebla provoca en los mudos paisajes cotidianos. Regresaba a casa andando, después de ir a ver a mi madre. No era muy tarde, pero eso al invierno no le importa. La oscuridad vespertina, más que el frío, despeja las calles en esta época del año, lo que favorece la introspección autómata de los escasos transeúntes. Sin embargo, la otra noche, un manto de denso vaho se precipitaba por esos mismos espacios invisibles de tan reconocibles que se nos hacen. Entonces, por un momento la larga avenida recuperó su viejo aspecto de carretera inhóspita que recordaba de niño. Una línea  asfaltada que se perdía en las luces difuminadas de un punto de fuga falsamente próximo. Algo así como la entrada a una gruta donde débilmente centelleaba el fuego de una hoguera de sombras arrojadas, de ideas soñadas y verdades perdidas.