domingo, 31 de enero de 2016

Los once albañiles de Sir Alex




¿Quién no conoce esta imagen?. Albañiles del Rockefeller Center (1932) durante la pausa del almuerzo, suspendidos en todo tipo de lugares, en tiendas, cafeterías, oficinas de todo el mundo. También ha lucido durante una década en el estudio de arquitectura de servidor. Ahora yace junto con el resto de vestigios de mi actividad como profesional libre en el mismo local, ya denigrado a trastero. No recuerdo quién me la regaló, fallo imperdonable que achaco a mi evanescente memoria. Para seguir con las confesiones, he de reconocer que nunca le tuve especial aprecio a esa estampa, tal vez por demasiado tópica o demasiado icónica o por que no encajaba con los magníficos trabajos que mi amigo Hernán colgó allí mismo hace unos años. Sin embargo, ha sido el fútbol, sí, eso tan prosaico para muchos, quien acaba de otorgarle una reveladora naturaleza mítica que hace que vaya corriendo a desempolvarla para reconciliarme con ella. Me explicaré:

Esta mañana dominguera he visto un documental sobre Sir Alex Ferguson, legendario entrenador del Manchester United. Resulta que el ahora reconvertido en universal conferenciante sobre liderazgo y motivación decoraba su despacho del club inglés con aquella famosa fotografía. Pero, según cuenta, más que como inane objeto ornamental, la utilizaba para ejercer su labor de mánager. Sí, amigos, para empezar descubro con sonrojo, gracias a Sir Alex, que sobre la infinita viga metálica son exactamente 11 hombres (mismo número de componentes de un equipo de fútbol) los que se sientan a comer haciendo equilibrios para no precipitarse al vacío. De manera que a jóvenes estrellas en ciernes, en una especie de adiestramiento iniciático dirigido a aniquilar cualquier atisbo de divismo personal e inocular el germen del trabajo en equipo, les hace reparar en esos obreros suspendidos en el piso 69, prestos a sacrificar juntos sus vidas para culminar el maldito rascacielos.

Ya, ya sé: el ejemplo que el autoritario entrenador utiliza puede resultar sectario (contradiciendo incluso la inclinación marxista que algunos achacan al escocés de Glasgow): sacrificio colectivo, por una peonada miserable, para mayor gloria de un solo individuo (el magnate petrolero John. D. Rockefeller). Sin embargo, el propio Sir Alex aporta un matiz interesante que tal vez sí les sirve a esos futbolistas prometedores cuyos emolumentos, por otro lado, en nada deben parecerse a los de sus 'alter ego' del andamio:

"Aquellos (desesperados) hombres estaban dispuestos incluso a morir por la monumental obra. Yo sólo les pido a mis jugadores que ganen 38 partidos para conseguir una liga. Sinceramente, creo que no es pedir demasiado".