sábado, 15 de septiembre de 2012

La Institución (VIII)

Al volver del café su mente ya no estaba puesta en la sesión inaugural de la 'Unidad de Análisis'. A última hora del día anterior le habían convocado para aquel 'nuevo embolado' según le aclaró la joven coordinadora a la que había conocido meses atrás y que, por alguna razón insensata, había forzado su candidatura al polícromo grupo de 'expertos'. Hacía rato, un par de viejos resabiados de La Administración le habían arrebatado a la joven el control de la reunión, intercambiando consabidos lamentos, proféticas y apocalípticas reflexiones y estableciendo objetivos muy distintos del previsto por la ingenua coordinadora. Sólo las desnudas piernas entrecruzadas de una jefa de sección, que ocupaba un asiento alejado de la enorme mesa de juntas, le mantenía conectado en ese momento a aquellos desconocidos habituales. Sin embargo, la visión furtiva le devolvía al espinoso recuerdo de Ella, al dolor de las quemaduras provocadas por un fuego fatuo que se intensificaba cuanto más frialdad desprendía la distante cariátide congelada. A cada puñalada evocadora la conciencia hacía el resto, demostrándole que el Tiempo no siempre lo cura todo. Por fin pudo tomar la palabra la derrotada moderadora, aunque sólo lo hizo para dar por finalizada la primera -y según las más elementales leyes de la lógica, última- sesión de la neonata Unidad. Costa salía sin despedirse, más cabizbajo de lo normal, tal vez por la molesta impresión admonitoria de la jefa de sección. A un paso de las acristaladas puertas del Módulo C, alguien le llamó desde el concurrido vestíbulo. Le costó reconocerla. Llevaba el pelo más largo y presentaba una figura más ancha de la que guardaba en su memoria. Besos efusivos, abrazos de antiguos camaradas. "Así que te han mandado a ti" (-¿cómo lo sabía? Sólo falta que publiquen estas cosas en el boletín oficial- pensó.) "¿Qué tal ha ido?". "Pues mira, Luz, -aún sin saber qué papel jugaban ella y la mujer que la acompañaba y les escuchaba cigarrillo sin encender en mano- demasiada gente, demasiada sabiduría, demasiadas propuestas normativas reguladoras... y ausencia absoluta de sentido práctico"."¡Ay, Roberto!, mira, te presento a mi jefa, Catalina Vela, la directora que ha organizado todo esto".

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