El ciudadano de bien se crió en el seno de una familia trabajadora,  estudió y sacó buenas notas, disfrutó de largos veranos, más de una  chica le embrujó, alguna le hirió, él hizo lo propio, desarrolló el  gusto por la música, el cine, la literatura, la pintura, conoció otros  lugares, se tituló en la universidad, comenzó a trabajar esperando  aprender un oficio antes que recibir un sueldo, cuando el sueldo llegó  se casó con su novia, se hipotecaron, tuvieron hijos, perdió el trabajo,  más tarde lo recuperó. El ciudadano de bien se sumó a otros ciudadanos  que, como él, estaban descontentos con el presente y preocupados por el  futuro. Una porra con membrete le hizo comprender que un ciudadano de  bien no se distingue especialmente de cualquier otro tipo de res.
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