jueves, 8 de diciembre de 2011

Cuento de Navidad ('Smoke')



Escena de 'Smoke' (1995) donde se reproduce el diálogo del texto

















'You're innocent when you dream'  Tom Waits

-¿Recuerdas cuando me preguntaste cómo empecé a hacer fotografías? Bien, esta es la historia de cómo conseguí mi primera cámara. Como observación, es la única cámara que he tenido. ¿Me sigues hasta ahora?
-Cada palabra.
-Y ésta es la historia de cómo ocurrió.
-Bien.
-Era verano del setenta y seis, cuando empecé a trabajar para Vinnie. El verano del bicentenario. Un chico vino una mañana y empezó a robar cosas de la tienda. Estaba tras el estante de los periódicos, cerca de la ventana. Se metía revistas bajo su camisa. Había gente en el mostrador, así que no lo vi al principio, pero cuando me di cuenta de lo que hacía, empecé a gritar. Salió pitando como el correcaminos, y en el tiempo que pude salir del mostrador, él ya iba por la Séptima Avenida. Lo perseguí hasta la mitad del bloque, y lo dejé. Se le cayó algo en la huída, y desde ahí no lo sentí correr más. Me agaché a ver lo que era. Pareció ser su cartera. No había dinero, pero su carnet de conducir estaba, y tres o cuatro fotos de carnet. Supongo que podría haber llamado a la poli para que lo arrestaran. Tenía su nombre y dirección en el carnet, pero sentí pena por él. Era sólo un pobre desdichado, y una vez que miré aquellas fotos de su cartera, no pude sentirme enfadado con él.... Roger Goodwin. Así se llamaba. En una de sus fotos, recuerdo, estaba al lado de su madre. En otra, cogía un trofeo de la escuela y sonreía como si hubiera ganado la lotería. No hubiera tenido corazón. Un pobre chico de Brooklyn. Sin mucho por lo que ir a por él, ¿y a quién le importa un par de sucias revistas? Guarde la cartera. Por un tiempo pensé en devolvérsela, pero no encontraba el momento. Entonces llego la Navidad, y me encontré sin nada que hacer. Vinnie me iba a invitar, pero su madre enfermó, y tuvo que irse a Miami a última hora. Yo estaba sentado en mi apartamento aquella mañana, sintiéndome apenado por mí mismo. Vi la cartera de Roger Goodwin en un estante. Me di cuenta que, demonios, por qué no hacer algo bueno de una vez. Me puse el abrigo y salí a devolver la cartera. Vivía por Boerum Hill, por algun lado en los bloques altos. Estaba helando ese día, y recuerdo que me perdí buscando el edificio. Todos se parecen en aquel lugar, y siempre vuelves al mismo sitio pensando que te has ido a otro lado. Bien, finalmente encontré el apartamento y llamé al timbre. No ocurrió nada. Creí que no había nadie, pero lo intente otra vez para asegurarme. Esperé un poco más, y justo cuando me iba a ir, escuché que alguien se acercaba a la puerta. La voz de una mujer mayor dijo, "Quién es?" y dije, estoy buscando a Roger Goodwin. 'Eres tu, Roger?' dijo, y entonces quitó como quince cerrojos y abrió la puerta. Debía tener por lo menos ochenta, quizá noventa años, y lo primero de que me di cuenta, es que era ciega. 'Sabía que vendrías. Roger', dijo. 'Sabía que no te olvidarías de la abuela Ethel en Navidad.' Y entonces abrió los brazos y me abrazó. No tuve mucho tiempo para pensar, ¿lo entiendes?. Tenía que decir algo rápido, y antes que supiera lo que estaba pasando, pude oir las palabras saliendo de mi boca. 'Eso es, Abuela Ethel,' dije. 'He vuelto para verte en Navidad.' No me preguntes por qué lo hice. No tengo ni idea. Vino de esa manera, y de repente aquella anciana me abrazaba delante de la puerta, y yo le abrazaba a ella. Fue como un juego que los dos decidimos jugar, sin tener que discutir las reglas. Me explico: aquella mujer sabía que no era su nieto. Era vieja y ciega, pero no estaba tan mal como para diferenciar a un extraño de alguien de su propia sangre. Pero le hizo feliz fingir, y como yo no tenía nada mejor que hacer de todas maneras, estaba feliz por quedarme con ella. Nos metimos en el apartamento y pasamos todo el día juntos. Cada vez que me preguntaba algo de cómo estaba, tenía que mentirla. Le conté que había encontrado empleo en un estanco y que me iba a casar. Le conté muchas historias bonitas, y ella hizo como que se las creía. 'Esta bien, Roger', decía, inclinando su cabeza y sonriendo. 'Siempre supe que las cosas te iban a salir bien'. Después, empecé a tener hambre. No parecía que hubiera mucha comida en la casa, así que fui a la tienda del barrio y compré mucha comida. Pollo precocinado, sopa de verduras, un tarro de ensalda de patata, toda clase de cosas. Ethel tenía un par de botellas de vino en su habitación, y los dos fuimos capaces de preparar una decente cena de Navidad. Nos mareamos un poco con el vino, recuerdo, y despues de la comida nos fuimos al salón donde las sillas eran más confortables. Tenía ganas de hacer pis, así que me excusé y fui al baño. Ahí fue donde las cosas dieron un cambio. Ya era suficiente mi pequeña estafa como el nieto de Ethel, pero lo que hice después fue insensato, y nunca me lo perdonaré. Entre en el baño y, amontonadas contra la pared de la ducha, vi unas seis o siete cámaras. Nuevas, cámaras de treinta y cinco milímetros, aún en sus cajas. Yo no había hecho fotografías en mi vida, mucho menos robado, pero en el momento que vi esas cámaras en el baño, decidí que quería una. Así. Y, sin pararme a pensarlo, puse una de esas cámaras bajo mi brazo y volví al salón. No me había ausentado ni tres minutos, pero en ese tiempo la abuela Ethel se quedó dormida. Demasiado Chianti, supongo. Fui a la cocina a lavar los platos, mientras ella dormitaba ajena a aquella estafa, ronroneando como un bebé. Se la veía cómoda, y decidí irme. No pude ni escribirle  una nota de despedida porque, como te he dicho, era ciega. Puse la cartera de su nieto en la mesa, cogi la cámara, y salí del apartamento. Y ese es el fin de la historia.
-¿Volviste a verla?
-Una vez, tres o cuatro meses después. Me sentía tan mal por haber robado la cámara que no la había usado todavía. Finalmente decidí devolvérsela, pero la abuela Ethel ya no vivía allí. Alguien habia ocupado su apartamento, y no me pudo decir donde estaba.
-Probablemente murió.
-Sí, probablemente.
-Lo que significa que pasó sus últimas Navidades contigo.
-Supongo. Nunca lo pensé de esa manera.
-Fue un buen acto, Auggie. Fue algo bonito lo que hiciste por ella.
-Le mentí, y le robé. No sé como puedes decir que fue un buen acto.
-La hiciste feliz. Y la cámara era robada de todas maneras.
-¿Todo por el arte, eh, Paul?
-No diría tanto. Pero al menos diste un buen uso a la cámara.
-¿Y ahora ya tienes tu Historia de Navidad, no?

1 comentario:

  1. buenísima escena, la recuerdo perfectamente. Hubiera añadido el tema que la acompaña, es buenísimo:
    http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=61pp51kxvVM#at=12

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