domingo, 4 de diciembre de 2011

¿Otro caso acabado?


















Volvió a suceder la otra noche, en la asamblea del 'parque sindical'. Durante los ruegos y preguntas mi colega recién jubilado insistió en denunciar a esa 'marabunta' compuesta por 'hordas' de pequeños salvajes que, con la complicidad de sus madres (nunca mencionó a los padres), están convirtiendo ¿sus? instalaciones en una gran guardería. Más allá de tratar una cuestíon de orden en la que conciliar modos y hábitos de mayores y niños en convivencia, en cada una de sus intervenciones aquel hombre demostraba  tal aversión hacia los últimos que me hizo pensar en 'un caso acabado'. Es el título de una novela de Graham Greene, y es así como uno de sus personajes (el doctor Colin) denomina a los leprosos que antes de curarse pierden todo lo que puede ser devorado en su cuerpo. Sí, ya sé que puede resultar un tanto extrema la analogía, pero quien haya leído el libro comprobará que 'un caso acabado' se identifica también con el individuo que llega a un fin, un punto en el que ya no hay margen para seguir o avanzar, pero tampoco para recuperar nada. Y este es el estado que tal vez padezca quien, después de toda una vida, llegue al punto de ver a aquellos que están aún en el comienzo del camino como una mera presencia incómoda, molesta. Tal vez ese rechazo no sea más que la manifestación de que, a esas alturas, uno ha perdido todo lo que tenía de niño.

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