domingo, 12 de diciembre de 2010

La vieja fotografía




La foto, en blanco y negro, muestra a un matrimonio con su hijo delante de un imponente edificio. La madre y el chico posan al más puro estilo de las estampas antiguas: actitud formal y rostro serio. El padre, en cambio, exhibe una sincera sonrisa.
Aquel hombrecillo, alegre y vitalista, pudo ver como su único hijo abría un nuevo camino; un camino inveteradamente vedado para la gente de su clase; la clase de gente que no tiene nada salvo, a lo sumo, las ganas de vivir.

Años más tarde el hijo se casó con una mujer cuyo padre vivía por la gracia de un indulto. Un hombre callado, convertido en escolta de sus nietos; fumando en la banda de un campo de futbol plagado de cardos; al otro lado de las mallas electrosoldadas de una pista de tenis; dentro de un coche blanco que mantuvo siempre limpio.


El turno le llegó a uno de los nietos. Durante los días que siguieron al nacimiento de su primogénito se apoderó de él una especie de miedo inefable. Un miedo que le cerró el estómago y le debilitó las piernas hasta el borde del desmayo. Una congoja que manifestaba en llantos irreprimibles vomitados a escondidas. Las imágenes de sus abuelos se sucedían una y otra vez. Hacía unos quince años que ya no le acompañaban. Desde la ventana del Hospital podía verse el conventual donde de niño recibía clases de dibujo. Ningún coche blanco aguardaba aparcado. Tampoco se atrevió a acudir a su padre. Un padre demasiado humano, tal vez, en comparación con la visión infantil que recordaba. Como en las grandes pinturas, su delgada figura mantenía cierta distancia para que el observador de aquella época pudiera contemplarle pleno de admiración.


Ahora, a pesar de que este otro padre que ya no es primerizo sigue siendo un pusilánime, sus hijos le demuestran que ellos sí son capaces. Y al comprobarlo, el gesto de su cara recuerda a la vieja fotografía en blanco y negro.

6 comentarios:

  1. Gracias, Miguelón. Me gustaría comentarte algo sobre Scorsese, pero esta vez en persona ¿vale?

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  2. Me ha encantado...he echado de menos ciertos pasajes del tipo de un pasacalles de banda municipal cuya música rebote aún en las piedras...definitivamente en estos temas te mueves magníficamente...¿son casi una segunda piel?

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  3. Herni, gracias. Yo echo de menos tu próximo 'casalontano'.

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  4. Carlos, te me apareces en un estrado agradeciendo un premio literario de renombre mundial al más puro estilo Vargas Llosa: "incluso cuando Pati me regaña me halaga cuando me dice, Carlos, ¡tú lo único que sabes hacer es escribir!"
    Qué bonito.

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  5. Querida Isabel, lo dirás por las lágrimas que suelta el tío ¿no? Precisamente ahora mismo estoy con 'Lituma en los Andes'; muy recomendable si no lo has leido. Supongo que estará traducido al teutón.

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