
Ignoro si estas reflexiones son deprimentes... pero debo admitir que se me ocurren cosas así... de vez en cuando.
Pero esta noche... Esta noche... ¡Vaya! Debo marcharme". Coronel Nicholson.
El alfiz enmarca un hueco, un vano que es en sí mismo un vacío y a la vez un umbral. Señala la entrada o la salida, el paso de un sitio a otro. Desvela el intersticio que existe entre el interior y el exterior.
Yo no puedo tener un verso dulce
que anestesie el llanto de los niños
y mueva suavemente las hamacas como una brisa esclava.
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie.
Además… esa tempestad ¿quién la detiene?
¡Eh, tú, varón confiado que dormitas! ¡Levántate, recoge
tus zapatos y prosigue!…
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie.
Hacia las cumbres trepan los dioses extenuados buscando un resplandor.
Y aquí voy yo con ellos,
entre el sudor y el polvo de sus inmensos pies descalzos,
aquí voy yo con ellos, atropellado y sacudido, pero
agarrándome a sus plantas como las pinzas de un insecto,
clavándome en su carne,
hundiéndome en su sangre
como un pulgón,
como una nigua… maldiciendo, blasfemando…
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie;
ni a los niños
ni a los hombres ni a los dioses.
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